Sin control
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Espera lo mejor, preparate para lo peor

domingo, septiembre 21, 2014





Nuestro primer desayuno en Tallin fue formidable, la verdad es que el Hotel Telegraaf es totalmente recomendable. ¡Y en pleno centro!



Pero en seguida nos pusimos en marcha. Primer orden del día: Raeapteek.  La farmacia más antigua de Tallin que aún funciona como tal. Fundada en 1415, es también una de las más antiguas de Europa. Aquí podeis ver una vista de la torre del ayuntamiento desde una de sus ventanas.



Dando un paseo por las calles Pikk y Lai, pasamos por el Museo de las Artes Aplicadas y del Diseño, y aunque no entramos, nos encantó el edificio.


Luego fuimos a lo que nos gusta... a subir torres! La iglesia de San Olaf (Oleviste Kirik) fue desde 1549 hasta 1625 el edificio más alto del mundo.


El interior de la iglesia no nos llamó mucho la atención, así que rápidamente nos pusimos a la cola para subir a la torre.


Como podéis ver en las entradas, el mirador se encuentra "sólo" a 60 metros. Y suerte que "sólo", porque la escalera es una escalera de campanario a la antigua usanza: de piedra, muy estrecha, sin barandillas y con escalones de diferentes alturas. Además, se usaba al mismo tiempo en los dos sentidos de la marcha, así que tanto Jan como yo, sufrimos un poquito. Pero valió la pena.


Una vez llegamos arriba, pudimos dar la vuelta a tejado y tomar muchas fotos. Os dejo con dos de ellas. Hacia el noreste, una vista del puerto dónde habíamos llegado el día anterior, con un globo aerostático turístico incluído. También puede verse, en la esquina inferior izquierda, el edificio Linnahall. Este edifico, en forma de escalera, lo usan los jóvenes que salen de marcha para ver la puesta o salida de sol. 


Hacía el suroeste, una vista de la Toompea o ciudad alta, con las cúpulas bulbosas de la Catedral de San Alejandro Nevski, Pikk Hermann en el centro, y la Catedral de Santa María (Toomkirik) a la derecha.


Después de un descenso por las escaleras igual o más emocionante que el ascenso, nos dirigimos a la parte oeste de la muralla, y la visitamos por la parte exterior. Llegamos a la Plaza de las Torres (Tornide Väljak), donde se estaba celebrando el Festival de las Flores. Paseamos entre las flores y las torres, pero lo que a Jan más le gustó fue una zona de juegos con aparatos gimnásticos. 



Tengo que confesar que yo también pasé un buen rato en algunos de ellos.

Tras el pequeño descanso, nos volvimos a dedicar a la muralla de Tallin. Es preciosa, y tiene 20 torres aún en pie. Aquí podéis ver la Torre Köismäe con alguna de las exposiciones de flores delante. A la derecha, la Torre Loewenschede.




Paseamos hasta la torre de la Pierna Dorada (Kuldjala Torn), donde se puede ascender a la parte superior de la muralla, pasear y visitar las Torres de la Monja (Nunnatorn) y de la Sauna (Saunatorn). Casi no había nadie visitándolas, y el precio era simbólico (1,5€ para adultos y 0,75€ para niños, si no recuerdo mal. Los estudiantes también tenían reducción).


Después nos dirigimos hasta el mirador de Toompea. (¡más escaleras!).


Al fondo se puede ver el campanario de la Iglesia de San Olaf y aún más lejos, el mar Báltico.

Seguimos paseando por Toompea, y a través de un barrio lleno de embajadas, llegamos hasta la Iglesia de Santa Maria (Toomkirik). A este campanario decidimos no subir, pero poder, se puede. 


Después nos dirigimos a la Catedral de San Alejandro Nevski, que nos dejó boquiabiertos. Lástima que estuviera en reformas, porque es preciosa.




Tras comprar las postales pertinentes, y poner una vela (nos encanta!) anduvimos hasta la Torre de la Doncella, cuya muralla adyacente se usa como cafetería. Si os fijais podeis ver las mesas con los comensales detrás de los escudos.



Nuestro siguiente objetivo era Kiek in de Kök. Nos costó un poco llegar a la entrada, porque en los mapas no aparece, y la muralla da por un lado a Toompea, que está bastante más elevada que el resto de la ciudad antigua. Siempre aparecíamos en lugares que no tocaba.

Kiek in de Kök (Espía la cocina) se llama así porque se supone que era tan alta, que los vigías podían ver lo que se hacía en las cocinas de las casas cercanas. Era la torre de la muralla que más poder ofensivo tenía, y supongo que por eso se ha dedicado a Museo Militar. A Jan le encantó poder tocar verdaderas armas antiguas, probarse las gorras militares de diferentes uniformes a lo largo de la historia y darse cuenta de lo que pesa un chaleco antibalas.


Después de esto, nos acercamos otra vez a la Plaza de la Libertad, y pudimos disfrutar de la final del campeonato de básquet 3x3 y la entrega de premios.

El domingo estábamos ya bastante cansados de ver iglesias y murallas, así que le prometí a Jan ir de paseo a la playa. Pero antes aún tuvimos tiempo de ver el Claustro del Monasterio de los Dominicos.


Es gracioso, porque por lo visto, el Monasterio de los Dominicos (entrada por Müürivahe) y la Iglesia de Santa Catalina (entrada por Katariina Käik) solían ser el mismo edificio, pero por algún motivo, ahora se visitan por separado, y en ningún lugar se hace referencia a un pasado común. También partes del edificio han acabado formando parte de la Catedral de San Pedro y San Pablo (entrada por la calle Vene).

Una cosa muy graciosa que encontramos durante la visita, fue este bajorrelieve de lo que se supone que es un Juglar del siglo XVI, y que yo creo que fue la inspiración para crear a Shrek.


Después de la visita, ya si, alquilamos unas bicicletas y nos fuimos hasta Pirita, la playa dónde los Tallinianos van a bañarse. Se encuetra a unos cinco quilómetros del centro, y el paseo fue bastante agradable. Eso si, Jan no quiso bañarse porque el olor de las algas que se estaban pudriendo era terrible. Consecuencias de un verano realmente caluroso, supongo.



Nos echamos un rato en el parque que bordeaba la playa. De ese paseo sólo me arrepiento de no habernos acercado hasta el Palacio de Kadriorg. Nos dijeron que no había carril bici, y no me atreví a ir con Jan entre los coches.


Cuando volvimos, aún teníamos un par de visitas pendientes. Entre ellas, la Iglesia del Espíritu Santo (Püha Vaimu Kirik) con su reloj en la fachada, que presume de ser el reloj público más antiguo de la ciudad. El interior de la iglesia también vale la pena.


Luego nos fuimos al Ayuntamiento (Tallinna Raekoda), a subir el campanario, pues era de los pocos que nos faltaba.


Haciendo investigación para escribir este post, me he enterado de que en la punta del campanario, hay una veleta en forma de soldado llamado Tomás (Vana Toomas). La leyenda es muy graciosa. Por lo visto, era un chico de Tallinn que ganaó un concurso de tiro con arco reservado a la élite Baltico-Germana. Por culpa de ser de baja cuna, no le dieron el premio, que era una ballesta. Pero el alcalde de la ciudad, a cambio, decidió que recibiría la gloria de ser el eterno vigilante de la ciudad desde lo alto de la torre del ayuntamiento. Por lo visto, es ahora un símbolo de la ciudad.



Tallin está repleta de pequeños callejones encantadores, con cafés, chocolaterías y todo lo que os queráis imaginar. Como era ya nuestra última tarde en Tallin, merendamos aquí, y luego Jan hizo otra sesión de piscina hasta la hora de cenar. 


Para cenar, teníamos muy claro dónde queríamos ir. Durante todas nuestras idas y venidas por la ciudad, habíamos pasado por delante de Olde Hansa varias veces. El restaurante tenía una terraza encantadora en la calle, vendían almendras garrapiñadas en un puesto y muchas veces ofrecian música medieval en directo.


Durante la comida nos dimos cuenta de que la comida era también medieval, ya que sólo utilizaban recetas e ingredientes de la época. Las bebidas eran cosas tan exóticas como cerveza de miel etc. Y no había luz eléctrica en ningún lado! Sólo una vela en cada mesa.


En resumen, aunque no fue barato, nos encantó la experiencia, y todo estaba muy bueno.


Al día siguiente nos íbamos a Riga, Letonia. Eso lo dejo para el próximo post. De momento, os dejo con el sello conmemorativo del año chino del caballo que usé para enviar una postal. (El dibujo es de Triina Heimann, y ha dibujado otros sellos conmemorando los años chinos desde 2011)