Posted 16:33 by betta

Aunque parezca mentira, los calcetines aún se están secando. Parece que la lana es gruesa! Espero enviar el paquete a mi Swapetina antes del fin de semana.

Esta semana también me ha llegado el nuevo paquete del Petals Collection, una lana preciosa y un patrón genial! Lo cual significa que ya tengo dos patrones de calcetines acumulados por tejer. El Grasshopper y éste (fotos en breve).

También llegó el IK de verano, y ni tan solo lo he sacado de su funda de plástico, para que veáis dónde tengo la cabeza... La verdad es que con la llegada del calorcito, apetece mucho más estar en la calle dando vueltas con la bici, que encerrada en casa leyendo revistas.

Como el post es de lo más aburrido, os adjunto la crónica del segundo día en NY, uno de los más aprovechados.

Nos levantamos a primera hora (es lo que tiene viajar hacia el oeste), no eran ni las cinco de la mañana. Hicimos tiempo y a las siete salimos a desayunar.

No me quiero olvidar de comentaros que el Algonquin es un hotel genial. Tiene mucha historia (inaugurado en 1902 y albergó los encuentros de la mesa redonda) y para recordarla, en cada habitación está colgada la cita de uno de los autores de la mesa redonda. Ésta es la nuestra (habitación 1100).



Luego, con nuestro flamante carrito nuevo que yo no sabía desarmar, pillamos un taxi y nos fuimos al Children's Museum of Manhattan. Ni os quiero contar cuánto rato estuvimos allí. Y eso que una de las plantas estaba cerrada porque estaban preparando una exposición.




A la salida, le compré en la tienda un kit de afeitado de juguete que le tuvo emocionado durante todo el viaje. En el camino a casa se afeitó un par de veces en la calle (recordad que iba sentado en el carrito) y la gente que le veia se partía de risa.

Luego decidí ir andando y bajando por Broadway encontré un Barnes & Noble en el que rauda y veloz compré el último libro de Yarn Harlot, Stephanie Pearl-McPhee Casts Off y Fitted Knits de Stefanie Japel (la diseñadora del celebrado One Skein Wonder). Habría comprado muchos más, pero tenía miedo del viaje de vuelta, teniendo que llevar dos maletas, un carrito y un niño de 4 años. Pero les eché el ojo a unos cuantos más.

Siguiendo por Broadway, encontramos un parque para niños, atestado de niños recién salidos de la escuela. Nos paramos a jugar, y Jan estuvo haciendo amistades mientras yo me leía el libro de Yarn Harlot y tomaba el solete (nos hizo unos días de escándalo).



Cuando el parque quedó vacío, seguimos bajando por Broadway y tuve la agradable sorpresa de encontrar un Gray's Papaya, según mucha gente el establecimiento donde venden los mejores perritos calientes de NY. Así que no nos resistimos, y nos tomamos uno.



También tuvimos tiempo de admirar las flores de Broadway antes de llegar al hotel (recorrimos más de 40 calles), cenar y derrumbarnos en la cama.

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