Sin control
Sin control
Espera lo mejor, preparate para lo peor

sábado, octubre 15, 2005


Aviso: post terriblemente largo. Me moderaré en el futuro. Prometido.

Ay! Tengo tantas cosas en el tintero, que seguro que se me olvida algo.

Ante nada contaros que las obras que tenían que acabarse a mediados de julio, y que luego se alargaron hasta finales, luego hasta principios de septiembre y luego hubo que repetir porque se olvidaron de sellar con silicona la carpintería de aluminio y me entró agua... tienen que volver a repetirse. Sólo volver de Madrid subí a mi futuro (espero) taller, y todo estaba lleno de agua... otra vez. En fin.

Desesperación 1 Desesperación 2
Desesperación 3 Desesperación 4


Voy a hablar de cosas mucho más divertidas. Mi viaje a Madrid. Como ya sabéis todos que soy una petarda, y cuando estoy en buena compañía se me olvida siempre sacar la cámara, no tengo ni una mísera foto. (Bueno, si, una del "botín" en mi maleta... que está al final del post.)

Llegué a Bajaras a la una, y cuando recuperé mi maleta (sí, iba con maleta porque sino no me cabía toda la lana que le llevaba a Mae), ya me estaba esperando un amigo mío, que me llevó a conocer su nueva casa (precisamente ése día estaba de mudanza) y me llevó a comer.

Aquí es donde aparece Io, una santa mujer, que se ofreció a irme a buscar y llevarme al trabajo de Mae, para dejarle la maleta, y luego acercarme al punto de encuentro con Urraca. Como por mucho que se planifiquen las cosas, siempre me acaba saliendo el tiro por la culata, nos retrasamos más de media hora con la comida, así que llegamos también media hora tarde dónde Mae. Bajó corriendo para recoger la maleta, y allí en medio de la calle, aprovechando que estaba guardando algunas cosas que no quería cargar, tuvo su primer encuentro con las lanas de Barcelana. Su cara se iluminó: aunque pretendía mostrar impasibilidad, una sonrisa nerviosa se le escapaba por las comisuras. :)

Ese momento fue el primero de debilidad de Io. Mae llevaba puesto su precioso Kiri, en color frambuesa, y a la pequeña escéptica del punto se le iban los ojillos detrás.

Corriendo corriendo, porque llegábamos tarde, fuimos Iodena y yo hacia la tienda Katia, dónde habíamos quedado con Urraca. Pero por el camino nos llama y nos cuenta que ella también va retrasada por culpa de unos imprevistos, así que nos volvemos a citar más tarde en De puntillas. Mientras, y gracias a la ayuda inestimable de Mae, que nos iba enviando sms con las direcciones necesarias, conseguimos llegar a Katia. Y aquí llega el segundo momento de debilidad de Io.

Ver todas aquellas lanas, encajaditas en sus pequeños cubículos, con aquellos colores, aquellas texturas, aquellas posibilidades... (te acuerdas de la Katia Mousse?) Io empezó a perder el control sobre ella misma. Pero aún se mantenía firme, y me seguía llamando "loca de la lana".

Una vez cargados todos los ovillos que tenía en mente (7 azules Merino 100% para un jersey para Jan, 6 de lana lisa para calcetines y 6 de Katia México que aún no tienen destino claro), nos fuimos pitando a De puntillas.

Allí nos estaba esperando Urraca, y sin perder ni un minuto nos pusimos a explorar. Al principio Iodena me seguía dando su opinión y consejos sobre como amueblar la habitación de Jan y el taller, pero en cuanto se cruzó por delante de sus ojos la lana de color teja (momento de debilidad número tres y definitivo), ya no pudo resistirse más, y se puso a mirar con ojo crítico ovillos, muestras y tipos de punto. Estaba como pidiendo la puntilla... completamente rendida. Si en ese momento le hubiera proporcionado unos cuantos ovillos, un patrón y unas agujas, ya tendríamos a otra conversa al mundo del tricot. Pero Io, yo no podía hacerte eso. ¡Mírame a mi! ¿En qué me he convertido? Necesitas tiempo hasta que apruebes la oposición, y luego... mi regalo de felicitación ya sabes en que consistirá. :)

Pero bueno, a lo que íbamos. Yo quería encontrar Debie Bliss Baby Cashmerino, y por lo visto era ése el único cashmerino que no tenían en la tienda. De todos modos, eso me sirvió para descubrir los productos de Filatura di Crosa, que no conocía, y que me robaron el corazón. Un último apunte sobre De puntillas: tienen género como el que se vende en Barcelana.

Cuando por fin salimos de allí, Iodena se despidió y nos fuimos a buen paso a Expresso Republic, donde fuimos encontrándonos con las demás asistentes a la reunión de la tertulia. Hablamos, y tejimos, y seguimos hablando, hasta que una hora y media antes de lo esperado, vinieron a echarnos, con la noticia de un cambio de horario de apertura del local.

Cluckin tenía que irse, pero Urraca, Mae, Lía, Olalla y yo nos quedamos a cenar en un restaurante cercano, y no nos despedimos hasta pasadas las doce. Para rematar el día, cuando llegamos a casa de Mae, que fue mi anfitriona, nos estaba esperando su "marío", para darme la bienvenida y despedirse al mismo tiempo, pues al día siguiente madrugaba. Todos queríamos irnos a dormir pronto, pero no pudimos evitar extendernos un buen rato, hablando de todo lo que había pasado durante el día, hasta que casi nos quedamos dormidas de pie.

El viernes nos levantamos, Mae me acompañó al metro y me fui pitando al aeropuerto, dónde descubrí que habían cancelado mi vuelo. Lejos de ser un inconveniente, eso acabó siendo una ventaja, pues pude ir en puente aéreo y salir antes.

Siento el rollo, pero el viajecito se lo merecía. Aquí os dejo con el resultado de mi expedición lanera.

Mi alijo madrileño