Sin control
Sin control
Espera lo mejor, preparate para lo peor

martes, enero 11, 2005


Buenos días!

Me parece que tendré que recurrir al truco de los viejos tiempos: anotar todos los temas que quiero tocar, porque sino se me olvidan. Espera! Me estoy acordando de que este truco empecé a utilizarlo después del nacimiento de Jan. Así pues, está comprobado: los embarazos me atontan. :)

Primer tema del que me acuerdo: tengo que morderme la lengua (en este caso, pisarme los dedos para no teclear), porque cada vez que presumo de algo, lo gafo. Ayer alardeaba de no necesitar Voltarén para dormir... esta noche, a las cinco y media, tras no haber dormido más que media hora aquí y allí, por culpa del dolor en la cicatriz, Lluís se ha plantado. Tómatela o te la hago tragar yo! Me la he tomado y he podido dormir (y él también) hasta las siete, en que se ha levantado Lluís para ir a currar y Jan para no ser menos, y hacerme currar a mi.

Segundo tema: me acabo de leer el último post de Keri Smith, y me ha encantado. La moraleja es que no hay que perder el sentido del humor en los momentos duros. Muy bonito. Ahora hay que intentar aplicarlo.

Tercer tema: por unos instantes horribles, pensaba que lo había olvidado! Pero no todas mis células cerebrales deben haber muerto, porque he conseguido acordarme.

Os quería hablar de la obsesión de Jan con los zapatos. Le ha cogido durante mi estancia en el hospital. Justo antes de ingresar, le compramos unas zapatillas muy bonitas, y él se enamoró de ellas. En cuanto le ponías el pijama, como tardaras más de medio segundo en ponerle las zapatillas, se echaba a llorar. Mientras he estado ingresada, Lluís me iba contando que su obsesión con los zapatos iba aumentando. En cuanto llega alguien a casa, le observa los zapatos, y él le muestra los suyos. Si su padre se quita las botas para echarse una siesta, y él se da cuenta, no puede soportarlo, y le busca las botas y le obliga a ponérselas. Si Lluís va con zapatillas, él se quita las botas y quiere que se le pongan las zapatillas, y a la inversa.

En el hospital, si se daba cuenta de que yo estaba en la cama sin zapatillas, las cogía y me las intentaba poner en los pies. Y en casa la cosa sigue igual.

Esto os lo cuento porque a veces ocurre alguna anécdota divertida con esta manía de los zapatos (ahora no recuerdo ninguna) y no sé si contarla aquí porque sin conocer esta obsesión de Jan, no tiene gracia.

Ya no me acuerdo de si había algún otro tema... bueno, os pongo al día de mi agenda: hoy me voy a tomar un café con una amiga, y el jueves tengo gine, me quitarán las grapas.