Sin control
Sin control
Espera lo mejor, preparate para lo peor

jueves, diciembre 30, 2004


Ayer fue un día horrible.

Me pasé toda la mañana con una depre terrible, llorando como una tonta por los rincones, pero es que los casi tres meses que llevo aquí, en el hospital, están empezando a pasar factura. Así que Lluís, para animarme, dijo que traería a Jan por la tarde a verme, eso siempre me pone contenta.

Bueno, pues cuando se estaba despertando Jan de la siesta, y se estaban preparando para venir a verme, una enfermera me informa de que en breve (antes de cenar, eran las seis y media y yo ceno aquí siempre a las ocho menos cuarto), me cambiaban de habitación, porque la planta quedaba cerrada.

Casi me da un patatús. No quiero ni contaros la cantidad de cosas que tenía en la antigua habitación, entre ellas dos ramos, cuatro poinsettias, tarjetas pegadas a la pared, unas veinte revistas, el mismo número de libros, bombones, chucherías, garrafas de agua, medicamentos, ropa... Llamé corriendo a Lluís para que viniera con una maleta, para ayudarme con el traslado, porque desde luego, yo no podía hacer nada. Las enfermeras también ayudaron bastante, pero me sentí como una refugiada. Siendo como soy una "cliente" tan buena de la clínica, bien podrían haber tenido un poco de deferencia, y avisarme con algo más de tiempo.

Evidentemente, Jan no se vino, y no le veré hasta hoy. Pero es que aún falta la segunda parte de la aventura: al llegar a la nueva habitación, que era mucho más moderna y amplia, la cama en la que me pusieron parecía una mesa de torturas. Por lo visto es una cama ALUCINANTE, vale un pastón, puedes incluso ser pesado sin salir de ella, y es de cámara de aire. Eso quiere decir que si yo me movía, aunque fuera lo más mínimo, la cámara de aire se adaptaba a la nueva posición de mi cuerpo. Genial verdad? Bueno, pues no. Primero, que era muy estrecha, y segundo, que de repente, y sin venir a cuento de nada, se ponía a hacer un ruido HORRIBLE, parecía un avión a punto de despegar. ¿Cómo pretendían que durmiera? Me dió una rabia... Lluís fue a quejarse, y por suerte quedaba otra habitación libre en la planta, con una cama "normal", como la que tenía yo en la otra habitación. Así que el pobre Lluís tuvo que apechugar con el segundo cambio de habitación. El pobre acabó agotado, y aún tengo la habitación nueva llena de bolsas por ordenar, aunque aprovecharemos y muchas cosas se las llevará ya a casa, sino el día que salgamos de aquí nos dará un pasmo.

Por otro lado, vino a verme el ginecólogo, que me tranquilizó como siempre, y al verme tan mal, me dijo que si quería, después de fiestas, a lo mejor me envía unos días a casa. Y si que quiero. :) Porque además veo que este embarazo va para largo.