Sin control
Sin control
Espera lo mejor, preparate para lo peor

jueves, febrero 26, 2004


Buenos días! Hoy he dormido la friolera de cinco horas. Cada vez que vuelvo a trabajar por la mañana, después de unos días de descanso, mi cuerpo se rebela y se niega a dormir por la noche. Menuda rabia.

Hoy tengo un día movidito. Debería llevar el coche a lavar (cosa que da un poco de rabia, con la que está cayendo), porque es el coche que llevará mi hermana al altar el sábado. Y está lleno de botellas de agua, peluches y revistas de niños. Aún tengo en el maletero las botellas de vino que sobraron de mi fiesta de habilitación y la próxima sillita de coche de Jan que fuimos a comprar el sábado pasado. Por cierto al final fue la Römer Duo (Aquí el artículo que me decidió-Britax y Römer son la misma marca).

También debería empezar a preocuparme por reunir los accesorios que voy a llevar el día de la boda: medias, zapatos, bolso y chal. Sobretodo el chal, porque se avecinan temperaturas bajo cero, y la boda es en Sant Cugat, dónde siempre hace más frío que en Barcelona. Y voy sin abrigo. Tengo que comprarle unos calcetines blancos a Jan, porque los que tiene ya le hacen bolitas, y no es plan. (Estoy maruja de la muerte, lo sé, pero si no lo escribo se me olvidará).

A las seis y media hemos quedado con los amiguetes de The Loop para vernos, porque hace siglos (sin exagerar) que nos hemos perdido la pista.

Y todo eso teniendo en cuenta que salgo del curro a las dos y media.

El viernes tengo curro otra vez por la mañana y luego, a las cuatro y media tengo que estar en la peluquería, porque como el sábado mi hermana se casa a las doce, aunque llegaramos a las ocho de la mañana (que es lo que vamos a hacer), no les daría tiempo de acabar con nosotras. Así que tengo tortura dos días seguidos.

El sábado, lo dicho: a las ocho en la peluquería. Y a las doce es la boda. Y tengo que ayudar a mi hermana a ponerse el traje. Así que debo confiar en Lluís para que tenga a Jan a punto de caramelo a las diez de la mañana (que es la hora en la que el pobre crío se despierta habitualmente).

Que Dios nos coja confesados. (Estoy algo nerviosa... se nota?)