Sin control
Sin control
Espera lo mejor, preparate para lo peor

sábado, octubre 25, 2003


Siento seguir insistiendo en el tema, pero es que me lo ponen "a huevo". Esta tarde he vuelto al C. I. a comprar cuatro cosillas que nos hacían falta. Estábamos en un pasillo del supermercado, y un hombre se ha acercado a una dependienta que parecía estar comprobando los precios de unos productos. No sé que le ha preguntado, pero la dependienta le ha respondido (con cara de asco, naturalmente): "Mire, yo de este super no tengo NI IDEA". Yo no estaba, me lo ha contado Lluís. Pero vaya, que por lo visto el tono de la dependienta ha sido increible. Porque yo entiendo que a lo mejor la señora estaba ahí haciendo sus propias compras en tiempo de descanso de otro departamento, pero no cobran nada por ser amable.

Mientras comentábamos esto, Lluís me ha hecho recordar otra anécdota, increible. Fue en el Corte Inglés de Sevilla. Íbamos de camino a casa de unos amigos de Córdoba, y nos paramos un momento a comprarle un juguetito a su hijo. Al cobrármelo, le pedí a la dependienta que por favor me lo envolviera para regalo (ella no había hecho el menor atisbo de sugerirlo).

Vamos a ser sinceros: en esta ocasión no sé si puso cara de asco o no. Pero cortó el papel de envolver de tal manera, que le quedó un trozo completamente amorfo. Yo pensé que lo iba a tirar y cortar otro, porque me extrañaba que con ese trozo pudiera envolver el regalo. Pero ella, utilizando una técnica realmente sorprendente, empezó a envolver el regalo (en lugar de poner la caja rectangular encarada con los lados rectos del papel, los puso mirando a las puntas). Yo estaba realmente intrigada: ¿cómo iba esa mujer a conseguir envolver el regalo con ese trozo de papel deforme?

La respuesta la tuve enseguida: no podía. Tras hacer todos los esfuerzos posibles, le quedó un trozo de regalo "al aire", rodeado de papel rasgado de cualquier manera. Ahí si que pensé que por fin iba a darse por vencida y cortaría otro trozo de papel y empezaría de nuevo... inocente de mi! Ni corta ni perezosa, cortó otro trozo de papel con las manos, y a base de celo le hizo un "remiendo" al pseudoenvoltorio original. Y toda ufana, me lo dió y se largó.

Me quedé tan alucinada, que no tuve tiempo ni de reaccionar. Ahora pienso que tendría que haberle hecho una foto al envoltorio para tener documento gráfico de tal hazaña.