Sin control
Sin control
Espera lo mejor, preparate para lo peor

sábado, mayo 10, 2003


Bueno, pues voy a por ello... a ver cuánto tiempo me deja Jan contaros cómo ha ido el viaje.

El viernes salimos de aquí a la hora justa, y al llegar al aeropuerto, tuve la suerte de que la chica que me atendió en los semivacíos mostradores de Air France estaba embarazada de seis meses! Estuvimos hablando un buen rato de carritos, canastillas, bajas de maternidad, etc. y al final nos dejaron subir el carrito a bordo. Genial. Al llegar a Paris, no estaba nuestra habitación lista, así que nos fuimos con lo puesto (suerte que llevaba leche exprimida de sobras) a comer. Por la tarde hicimos exploración de los alrededores del hotel, y salí con un reloj de regalo para el día de la madre, comprado en la plaza Vendôme (uau!). Visitamos el jardín de les Tuileries, la plaza de la Concorde y los jardines de los Champs Elysées. Todo andando, y Jan en el carrito. Cuando regresamos, estábamos molidos y quebrantados, y sin ánimo de buscar un restaurante, así que comimos en un café con precios para turistas (7€ una botella de medio litro de agua, no es broma!) y nos retiramos a descansar, nos lo habíamos ganado.

El sábado nos colgamos a Jan de la mochilita y cogimos el metro y el RER (una especie de tren de cercanías) para ir a visitar la torre Eiffel. Al ver la cola, desistimos de subir, y nos embarcamos en un Bâteau Mouche, que nos dio el tour por el Sena. Allí tengo que decir que no sé porqué, Jan se portó fatal, no paró de llorar en todo el recorrido, y Lluís se agobió un poco de tener a todo el barco mirándonos acusadoramente. En cuanto nos apeamos, evidentemente, Jan fue todo sonrisas otra vez, jaja, con los niños ya se sabe. Luego cogimos el metro otra vez, y nos plantamos en l'Îlle de la cité. Estaba animadísima, pues además de ser sábado, había una especie de reunión de familias cristianas en la place du parvis de Nôtre Dame. Visitamos la catedral, y tomamos una crêpe en un café. Luego fuimos a ver la Sainte Chapelle, una verdadera joya. Al salir, estuvimos paseando por el mercado de flores, y el resto de la isla. Pasamos a la rive droite, y desde allí cogimos el metro hasta el hotel, para descansar un poco. Por la tarde-noche, fuimos a pasear (con el carrito) otra vez a los Champs Elysees, y nos acercamos hasta el arco de Triunfo. Nos liamos la manta a la cabeza, y con carrito y todo, subimos al mirador. Una vista fantástica. Eso si, la vuelta al hotel, después de cenar, nos dejó los pies destrozados.

El domingo, con un sol espléndido, decidimos visitar la iglesia del Sacre Coeur, y Montmartre. Cogamos a Jan de la mochila, y nos plantamos allí en metro. Subimos todas las escaleras y, tras visitar la basílica, como no teníamos bastante, subimos hasta lo alto de la bóveda. Extenuante. Luego un paseito por Montmartre, un helado y unas cervecitas (ese día no comimos). A media tarde fuimos a descansar al hotel y luego nos buscamos un buen restaurante en la zona de les Champs Elysees , y disfrutamos como enanos.

El lunes, como llovía, nos pasamos casi todo el día en el Louvre. Por la tarde, paseamos por el Marais, y entramos en el Georges Pompidou. Cerca hay un easyeverything café, y nos acercamos. Pero los franceses están locos! Sus teclados tienen todas las letras en sitios raros, y además no me dejaban entrar en mi cuenta de correo, así que lo dejamos por imposible. Tras descansar en el hotel, y con una lluvia horrible, que casi nos hace desistir, nos acercamos al Vaudeville, un típìco bistro parisino, a cenar. Nos lo pasamos genial, la mejor cena del viaje, y comimos de fábula. Si os gustan los ambientes bulliciosos, es altamente recomendable.

El martes nos fuimos a Versalles. Allí había tema para varios días, pero nos contentamos con visitar los jardines, que con el barro que había, y empujando un carrito, nos costaron lo suyo; y las habitaciones del rey. Muy interesante e impresionante. Eso sí, para los adoquines de la entrada, mejor ir con un carrito todo terreno, no urbano como el nuestro. El pobre Jan pegaba unos botes... Al llegar al hotel estábamos rendidos, y nos tumbamos un ratito a descansar, y nos quedamos los tres dormidos!

El miércoles nos fuimos con el metro a la ciudad de las ciencias. A estas alturas, ya nos atrevíamos a coger el metro con el carrito de Jan, lo teníamos todo dominado, jaja. Hacía un sol espléndido, y estuvimos paseando por los parques, pero nos pasamos casi todo el día en el museo de la ciencia, una de mis debilidades... lo pasamos de miedo. Llegamos tardísimo al hotel, y cenamos también tardísimo. Nos fuimos a dormir tan tarde, que el jueves casi nos quedamos sin desayunar! Lo hicimos rápidamente, y Lluís se fue a dar una vuelta por su cuenta, mientras yo me dedicaba a ir de compras... Me lo pasé genial, y Jan ha quedado regaladísimo.

Bueno, de momento este es un buen resumen de la visita a París, a ver si mañana os cuento las anécdotas. Me muero de sueño.